7 razones por las que a veces se resiste el orgasmo femenino
Ayer fue el Día Mundial del Orgasmo Femenino y queremos celebrarlo contribuyendo con este artículo para ayudar a aquellas mujeres que no pueden, o les cuesta mucho, conseguirlo.
El orgasmo es algo natural y que todos los seres humanos podemos experimentar. El femenino no es ni más difícil de alcanzar ni menos frecuente que el masculino, simplemente es necesario un mayor conocimiento de nuestro propio cuerpo para saber el sendero que debemos recorrer hasta llegar al clímax. Por tanto, cabe decir que la masturbación es clave para alcanzar más fácil y rápidamente el orgasmo, o mejor dicho, para conocer nuestro cuerpo y sus reacciones y saber qué teclas y en qué orden debemos tocar.
Fases del orgasmo
Antes que nada vamos a explicar las fases de las que consta el orgasmo para entender el proceso físico y mental que experimentaremos hasta alcanzarlo. Esta clasificación se hizo en base al estudio del famoso ginecólogo William Masters y la psicóloga Virginia Johnson, el cual revolucionó los conocimientos científicos que se tenían hasta el momento en materia de sexualidad.
El órgano sexual más potente es el cerebro humano, y en él es donde empieza nuestro camino al éxtasis. Si excitas tu cerebro, después se excitará el resto de tu cuerpo, pero lo más importante es estimular tu imaginación. Eliminar cualquier freno o cortapisa de tu mente y poner tu cerebro en modo sexual es la mejor base para un buen orgasmo. A este primer estadio se le denomina “fase de deseo sexual” y consiste más en estar predispuesto a una relación sexual que en otra cosa. Aquí no hay por tanto ningún reflejo físico de ese estado.
La primera fase del orgasmo propiamente dicha se llama “fase de excitación” y puede desencadenarse por una enorme variedad de estímulos que lleguen a través de diferentes sentidos. Aunque los seres humanos respondemos sobre todo a estímulos visuales, cada individuo es único. En esta fase el pene se vuelve erecto y en la mujer, la vagina se lubrica y la vulva se hincha por un mayor flujo sanguíneo en la zona.
Seguidamente viene la “fase de meseta” en la que se produce un aumento significativo de la tensión sexual, la respiración se entrecorta, las pulsaciones suben y todos los efectos físicos de la excitación aumentan y son evidentes. En la mujer continua la inflamación de los tejidos genitales, así como de los pechos y la aureola mamaria, los pezones llegan a su punto máximo de erección, aumenta la congestión vascular en los labios vaginales y aparecen manchas rojas por algunas zonas del cuerpo denominadas “rubor sexual”, fruto del aumento de la circulación sanguínea bajo la piel. La duración de esta fase varía enormemente de una mujer a otra, e incluso de una situación a otra.
Finalmente llega el ansiado orgasmo: las pulsaciones y la respiración llegan a su máxima frecuencia e intensidad, las pupilas se dilatan, y se produce una gran tensión muscular que desencadena en contracciones involuntarias en la vagina, el útero y el esfínter anal.
Algunas mujeres eyaculan visiblemente una mezcla de orina y flujos vaginales, y se produce una respuesta emocional que varía enormemente de una persona a otra, desde gritos, gruñidos o gemidos hasta el llanto o la risa.
La “fase de resolución” es un momento de relajación en el que cuerpo y mente van recuperando poco a poco la normalidad. En esta fase la mujer es capaz de volver a la fase del orgasmo a través de una adecuada estimulación, mientras que el hombre necesita de un periodo refractorio, cuya duración varía de un individuo a otro, antes de volver a reiniciar la actividad sexual.
En cuanto a los tipos de orgasmos, originariamente se distinguen dos, de tipo clitoriano o vaginal, aunque alrededor del 80% de las mujeres sólo consiguen llegar al orgasmo mediante la estimulación del clítoris directa o indirectamente, por lo que hablamos de un órgano fundamental
para el orgasmo femenino incluso cuando éste se da durante la penetración. Recordemos que el clítoris es mucho mayor de lo que se ve a simple vista y enraíza en el interior de la vagina, por lo que este órgano del placer interviene también incluso en los orgasmos considerados como vaginales.
Una vez aclarado el proceso, os contamos las 7 razones más habituales por las cuáles ciertas mujeres no consiguen llegar al orgasmo, y algunas sugerencias para esquivar esas cortapisas.
1. Todavía están familiarizándose con su propio cuerpo
Cada uno aprende a su ritmo, pero en cualquier caso el aprendizaje precisa de perseverancia y paciencia. En realidad, en este tema nadie está obligado a aprender, pero resulta algo fundamental para poder gozar de un mayor número de orgasmos. Experimenta y descubre tu sexualidad mediante la masturbación.
2. No ponen su mente en “modo sexual”
El orgasmo, tal y como hemos explicado, no es un estado al que se llegue así sin más, como el que pulsa el botón de encendido de la lavadora: el clítoris no es su homólogo. Por lo que es fundamental, como hemos dicho al principio del artículo, una estimulación sexual mental, o de lo contrario, la simple estimulación física del clítoris puede resultar no sólo algo anodino, sino incluso desagradable o doloroso.
3. No existe suficiente estimulación clitoriana
A muchas mujeres les preocupa el no poder alcanzar el orgasmo durante el coito. De hecho, menos de un tercio de las mujeres llegan a él exclusivamente mediante la penetración. ¿La razón? La mayoría de posturas no implican una estimulación directa del clítoris. Pero aún muchas mujeres, y la mayoría de hombres, siguen creyendo que la penetración debe ser sinónimo de orgasmo, cuando es evidente que nada más lejos de la realidad.
Es conveniente añadir estimulación clitoriana durante la penetración. Si la postura sexual elegida no lo permite, se puede hacer con la propia mano, con la de la pareja o incluso con algún juguete sexual como un vibrador.
4. Las prisas
Se puede llegar al orgasmo en unos pocos minutos o se pueden necesitar incluso horas, depende de la persona, el contexto, la situación, los estímulos externos, etc. Lo importante es no frustrarse con la idea de conseguirlo y disfrutar del viaje, de lo contrario el ansia por llegar cuanto antes puede dejarnos con las ganas de lo que más deseamos.
5. Mente dispersa
Las mujeres somos expertas en no desconectar de nada, y en el tema sexual no somos diferentes. Muchas veces las preocupaciones de la vida cotidiana nos impiden centrarnos en lo que estamos haciendo en ese momento, otras nos distraemos con detalles del propio acto sexual que no nos dejan disfrutar del encuentro y nos abruman pensamientos del tipo “no nos va a dar tiempo…”, “¿y si no lo estoy haciendo bien?”, “me parece que se aburre”, o preocupaciones sobre nuestro propio físico que no nos permiten dar rienda suelta a nuestra pasión.
Otras veces, el miedo a un posible embarazo o enfermedad son tan fuertes que superan a algunas mujeres hasta el punto de ser incapaces de disfrutar de ese encuentro sexual. También las creencias religiosas demasiado profundas o extremistas pueden afectar en este sentido. En estos casos se puede llegar incluso a un problema de “vaginismo”, contracción involuntaria de los músculos del tercio inferior de la vagina, que hace extremadamente doloroso el acto del coito.
Estos son solo algunos ejemplos, pero los motivos o las distracciones pueden ser de lo más variados. Lo importante pues es centrarnos en nosotras mismas, en nuestro cuerpo y las sensaciones que percibe y va recogiendo, para no perder de vista nuestro propio placer y su crecimiento.
6. Trauma sexual
Cuando una mujer ha sufrido algún tipo de violencia sexual, el sexo y todo el proceso que lo rodea pueden ser identificados como señales de peligro que se traducen en tensión y ansiedad, frenos mentales al fin y al cabo. Teniendo en cuenta que, según el último estudio presentado por la Agencia de Derechos Fundamentales de la UE, una de cada cinco españolas de más de 15 años (el 22%) ha sufrido violencia física o sexual al menos una vez en su vida, se puede estimar que este problema afecta a muchas más mujeres de las que en un principio pudiéramos pensar.
Recuperarse de un trauma así requiere paciencia, confianza en sí misma y sobre todo, que se brinde la posibilidad de volver a experimentar el sexo en un contexto físico que haga a la mujer sentirse segura y con el control de la situación. En estos casos, la masturbación es una ayuda inestimable para volver a reconciliarse con el propio cuerpo y recuperar las riendas de tu sexualidad y tu placer.
7. Obsesionarse
El sexo debe ser algo divertido y lúdico, no una obligación o una preocupación que nos produzca ansiedad y desasosiego. Por lo tanto, no te obsesiones con la idea de llegar al orgasmo, éste llegará por sí solo si te limitas a dejarte llevar y disfrutar del trayecto. Es como el ejemplo de la olla que nunca llega a hervir si no dejas de mirarla.
En definitiva, en la cama aprende a dejar fuera todo lo que no sea tu propio cuerpo, el de tu pareja sexual si es que estás acompañada, y las sensaciones que experimentéis. A partir de ahí explora, disfruta y descubre todo un mundo de posibilidades infinitas y placenteras.
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Ponte a ello y celebra el Día Mundial del Orgasmo Femenino con alegría.
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