7 motivos por los que es bueno no tener la razón siempre
Prácticamente todo ser viviente sobre este planeta pretende tener la razón en lo que dice y lo que hace, al fin y al cabo, es la forma más común del género humano de satisfacer nuestro descomunal ego propio. Da igual si se hiere a otras personas, incluso si se mutilan o matan cuando nuestra propia razón lleva a la violencia.
«¡Viva yo, lo que yo creo es mi verdad!»
En MásQueSalud nos hemos puesto filosóficos para hacer frente aun problema generalizado de esta sociedad, el anhelo desproporcionado de la seguridad de la razón.
Si después de años o siglos de guerras y matanzas a escala global, cada cual más absurda que la anterior, aún estuviera inclinado a sentirme generoso con respecto a la raza humana, puede que estuviera dispuesto a ser indulgente y sostener que todo este comportamiento egoísta, brutal y cruel es resultado de las peores inclinaciones del subconsciente humano. Sin embargo, si se analizan con más cuidado veremos que muchas de las atrocidades a las que estamos continuamente viendo parecen servir siempre a un propósito concreto y es por eso precisamente por los que no merecemos más de lo que damos, o más bien lo que no damos.
Porque, en la base de toda la estela de muerte y destrucción y a una escala menor, está la incomprensión y la falta de diálogo, que se alían para justificar de una forma pura de egoísmo y egocentrismo, la obsesiva necesidad del hombre por tener siempre la razón.
El género humano no conoce límites a la hora de pretender tener razón en todo. Desde el nivel más personal, en lo que a cada uno de nosotros se refiere nadie, ni las ideas de cualquier otra persona, tienen algún valor si se encuentran fuera de lo que es nuestra propia agenda de valores y creencias. En lo que a nuestro comportamiento partimos por lo tanto de una premisa totalmente falsa. El pretender tener siempre razón es inútil, malo para el propio desarrollo personal y una piedra en el camino a la autorealización y la felicidad.
1. Querer tener siempre razón tiene un precio muy alto
La gente que siente la necesidad de tener razón en todo momento o circunstancia se encontrará siempre sola y aislada de sus amistades, colegas o familiares. Se agarra tan firmemente a su ideología o forma de pensar que es imposible mantener un dialogo razonable con ella. Es como si el blindaje de un fuerte se pegara a su exterior, reflejando a su vez una falta de seguridad y miedo por lo que es realmente vida. Para estas personas, la necesidad de tener siempre razón se convierte en una cruzada y en una razón de ser. Una cosa es tener razón y otra cosa es que esa razón sea la verdad de los demás, para ello hay que encontrar los medios adecuados para expresarla.
Aunque por dentro puedan sufrir emocional e intelectualmente, nunca serán totalmente conscientes de los dañinos efectos de ese círculo vicioso, físicamente también debilitador, en la que están atrapados. No son conscientes de que son bastante más que el pensamiento que proyectan e incluso quieren imponer. No hay mayor ciego que el que no quiere ver.
2. La necesidad de tener razón no respeta la individualidad de los demás
Cada persona nace con un código genético único, cada cerebro es diferente y funciona de manera distinta. Lo que tú piensas que puede provenir de lo que has mamado y de la naturaleza, otra persona puede pensar que tiene su origen en diferentes estructuras o construcciones mentales influenciadas culturalmente.
Habrá siempre maneras de pensar diferentes a la tuya, mil puntos de vista y mil conversaciones únicas sobre la relatividad de las cosas, por lo que habrá también siempre la necesidad de respeto mutuo. Si alguien insiste en tener razón en un punto, su forma de pensar adquiere una rigidez que cierra su mente a las opiniones y formas de pensar de otros y por lo tanto a la posibilidad de ampliar conocimientos, experiencias y de evolucionar.
3. La necesidad de tener razón destruye la posibilidad de considerar y sopesar alternativas
La noción de “tener razón” termina por difuminar el límite entre la verdad y los hechos. ¿La verdad de quién? ¿Qué ocurre si también dos puntos de vista reflejan la verdad al mismo tiempo? Cosa muy común ¿Cuál de esas dos verdades es “más verdad”? ¿O al final resulta que la verdad de una persona supone en este caso la anulación de la verdad de la otra?
4. La necesidad de tener razón lleva a un comportamiento auto-destructivo
Las personas que creen tener razón en todo, las “sábelo-todo”, puede que sean la expresión más radical de la naturaleza humana. Esta actitud implacable con los demás conduce al final a gentes solitarias, gente que no interactúa con la sociedad que les rodea. La percepción general que los demás tienen de ellas es que no son jugadores de equipo y que no trabajan bien con otras personas, que son personas difíciles de tratar. Que rechazan cualquier contacto y cualquier sentimiento de afecto. Incluso el amor.
«Yo puedo estar equivocado y tu puedes tener la razón y, con un poco de esfuerzo podemos acercarnos los dos a la verdad» .- Karl Popper
5. La necesidad de tener siempre razón priva de oportunidades y posibilidades
Las personas necesitadas de tener siempre razón perpetúan su propio aislamiento y se apartan de lo que el mundo puede ofrecerles, ya que precisamente se creen que saben ya todo lo que hay que saber. Dejan de evolucionar precisamente debido a sus ideas y opiniones rígidas. No pueden ni podrán mirar al futuro, su vida se ha parado. Es más, su vida no sólo se ha parado, se ha quedado estancada en el pasado.
6. La necesidad de tener razón mata la curiosidad.
Estas personas no practican la escucha activa. Oyen, pero no prestan atención a lo que está pasando alrededor de ellos y si no escuchan lo que está pasando, nunca aprenderán algo nuevo, y menos podrán tener la razón. Con ello, la curiosidad muere poco a poco y al final, no les interesará nada que no sea la validación y confirmación de sus propias ideas. Pero una mente, para desarrollarse, necesita confrontarse a diferentes ideas y formas de pensar. ¿Cómo se puede aprender si no es a través de los ojos de otra persona?
7. ¿Vale la pena luchar por empeñarse en tener siempre razón?
Las personas de las que hablamos no se dan cuenta de la enorme energía que gastan en su lucha constante por tener razón en todo. A veces, incluso llegan a tener que utilizar armas en el más puro sentido de la palabra para mantener vivas sus ideas. Pero al final siempre se demuestra que aquellas personas más belicosas a la hora de defender su razón, incluso a través de medios hostiles, en el fondo son perdedoras y es que su razón es una causa perdida.
¿Qué te lleva a tener razón? La razón es algo que nadie tiene, es algo que podemos afirmar solo de palabra, nadie tiene la razón en lo que dice si otro no está de acuerdo.
Cuando la gente no se empeña en tener necesariamente razón, percibe las cosas de una manera diferente y comienzan a aceptar los cambios que se producen no como inevitables, sino como algo que incluso puede ser positivo. En el aspecto personal, se pueden sentir más felices al percibir que conectan mejor con los demás. Aceptan los retos de nuevas posibilidades como positivas para una vida más plena y llena. A medio y plazo, uno saca más provecho personal siendo abierto o abierta a nuevas ideas o pareceres diferentes que empeñarse tozudamente en mantener su razón… por el hecho de no ceder nunca nunca.