Correr y andar beneficia el estado del corazón
Andar y correr tienen los mismos beneficios según han descubierto los investigadores, sólo tienes que andar más para conseguirlos.
Gastando la misma cantidad de energía se producen reducciones similares en los riesgos de hipertensión, colesterol alto, diabetes y enfermedad cardio-coronaria, de acuerdo con Paul Williams, doctorado del laboratorio nacional Laurence Barkeley en Berkeley, California, y con Paul Thompson, médico del Hospital de Hartford, en Conn.
No obstante, análisis de los dos colegas sugieren que normalmente los corredores gastan hasta el doble de energía que los andadores y, por ello, alcanzan mayores beneficios para la salud, según informaron Thompson y Williams a través de la red en Arteriosclerosis, Thrombosis and Vascular Biology.
“Cuanto más corren los corredores y más andan los andadores, mayores beneficios en la salud obtienen” declara Williams. “Si la cantidad total de energía gastada fuera la misma en los dos grupos, entonces los beneficios de la salud serían comparables”.
“Andar puede ser una actividad más sostenible para mucha gente si la comparamos con correr” añade. “Sin embargo, aquellos que eligen correr se ejercitan el doble que los que eligen andar… probablemente porque pueden hacer el doble en una hora”.
Andar y correr, anotan los investigadores, involucran los mismos grupos musculares y los mismos movimientos, pero se llevan a cabo en diferentes “intensidades”, donde la intensidad se define en términos de “equivalentes metabólicos” o MET (Metabolic Equivalents en inglés).
El ejercicio tiene una intensidad moderada si se usa de 3 a 6 veces el oxígeno que se necesita en reposo, a menudo definido como 3,5 ml de oxígeno por kilogramo de peso corporal por minuto. Ese total es un 1 MET.
Según esa escala, andar es un ejercicio de intensidad moderada y correr, que utiliza más de 6 MET, es alta, han señalado.
Lo que no está claro es si las dosis equivalentes de actividad física moderada y alta tienen los mismos beneficios para la salud con el tiempo. Para ayudar a completar ese vacío, Williams y Thompson consultaron con el estudio de salud nacional de corredores y el estudio de salud nacional de andadores.
En estos lugares buscaron cualquier asociación con incidentes de hipertensión, hipercolesterolemia, diabetes y enfermedad coronaria del corazón con los ejercicios reportados, con los gastos de energía medidos en MET-horas por día.
Tras excluir a gente con estas condiciones al principio, se quedaron con 15,945 andadores (21% de hombres) y con 33.060 corredores (51,4 % de hombres). Durante 6,2 años de seguimiento, había 3.874 casos de incidentes de hipertensión, 6.637 casos de colesterol alto, 647 nuevos casos de diabetes y 530 casos de enfermedad coronaria del corazón.
Al final informaron de que los hombres corredores gastan una media de 5,29 MET-horas por día mientras que las mujeres corredoras gastan 4,74. En cambio, los hombres andadores gastan 2,2 MET-horas por día y las mujeres gastan 2,14.
La diferencia de la energía media que se gasta se reflejaba en los riesgos más bajos de los corredores comparado con los andadores: 38% menos de hipertensión, 36% menos de hipercolesterolemia y 71% menos de diabetes, según han informado.
Pero los gastos de energía equivalentes anulan las diferencias. Específicamente, por MET-hora por día, correr y andar reducen significativamente los riesgos de:
- Incidentes de hipertensión por 4,2% de corredores y 7,2% de andadores (P<10?7)
- Hipercolesterolemia por 4,3% (P<10?14) y 7,2% (P<10?8)
- Diabetes por 12,1% (P<10?5) y 12,3% (P<10?4)
- Enfermedad cardiaca coronaria por 4,5% (P=0.05) y 9,3% (P=0.01)
Las reducciones del riesgo no son significativamente diferentes entre correr y andar para la diabetes (P=0,94) o para la enfermedad cardiaca coronaria (P=0,26).
Aunque es “improbable” que la interacción observada sea diferente en una población menos seleccionada, escribieron, “no podemos excluir” la posibilidad de que la gente que hace ejercicio tiene menos riesgos innatos de hipertensión, colesterol alto, diabetes o enfermedad coronaria del corazón.