Dieta griega: ¿la mejor dieta del mundo?
Los griegos siempre han sido famosos por su vida longeva, su excelente salud y su buena figura. Desde tiempos inmemoriales, la dieta griega se basa solo en tres grupos de alimentos: cereales integrales, aceite de oliva y vino. Esto se conoce en el mundo anglosajón como la “triada mediterránea”, la cual se distingue de la dieta tradicional española en que la carne en general, y en especial la de cerdo, es mucho menos frecuente que en España, quizás por la influencia histórica que tuvo Turquía sobre esta región.
En este post os explicaremos en qué consiste exactamente la dieta griega, y cómo puede llegar a ser muy útil para perder peso.
Dieta griega V.S. Dieta mediterránea
La dieta griega es, por así decirlo, la base de lo que conocemos por dieta mediterránea, un término más general que incluye también la comida o platos españoles, italianos o la cocina del Magreb norteafricano. Se ha demostrado que esta forma de comer reduce el riesgo de padecer obesidad, además de poder evitar varias dolencias cardíacas y el cáncer, entre otros problemas de salud.
Aunque parezca mentira, este término no se empezó a utilizar hasta hace 70 años. En los años 40, un nutricionista llamado Ancel Keys inició un extenso proyecto de investigación epidemiológico llamado “estudio de los 7 países”. Su objetivo era estudiar cómo los hábitos culturales, tales como la dieta y el estilo de vida, de varios países muy dispares influenciaban el estado de salud general de su población. En concreto, el estudio se realizó en los E.E.U.U., el Japón, Finlandia, Yugoslavia, los Países Bajos, Italia y Grecia.
Tras varios años recopilando datos, los resultados fueron chocantes para sus autores anglosajones: Keys y su equipo concluyeron que los habitantes de la remota y relativamente aislada isla griega de Creta –que habían vivido siguiendo lo que se considera la típica dieta griega desde la más remota antigüedad- se encontraban mucho más sanos y tenían un peso más adecuado que los habitantes de los demás territorios estudiados. Curiosamente, la isla de Creta mostraba al mismo tiempo el mayor número de fumadores y el peor nivel de atención sanitaria de los 7 territorios estudiados, (muy por detrás de los E.E.U.U. o de los Países Bajos). Estos investigadores acuñaron el término “dieta mediterránea”, que ha hecho fortuna desde entonces y hoy es conocido en el mundo entero.
¿Se puede perder peso tomando vino, pan y aceite de oliva?
Pues sí. Y es porque éste tipo de alimentación, basado en pan, vino y aceite de oliva prescinde de comida procesada y preparada, y se basa precisamente en bebidas y alimentos naturales que muchas veces son desdeñados o incluso considerados tabú por muchas de las llamadas “dietas” modernas: los cereales integrales (pan), las grasas (aceite de oliva) y el alcohol (vino).
Consejo MásQueSalud: la dieta griega fundamental para perder peso
El estudio de los 7 países mencionado fue una auténtica conmoción y desde entonces se han hecho infinidad de investigaciones sobre el tema. En todas ellas se ha concluido que basar la alimentación en una dieta similar a la auténtica dieta mediterránea, es decir, comer platos ricos en aceite de oliva pero bajos en grasa, vegetales verdes y frutas frescas, nueces y frutos secos, legumbres, cereales integrales, hierbas (aromáticas y medicinales) y algunas especias, así como cantidades moderadas de café y vino es la forma más efectiva y sobre todo, permanente en el tiempo, para perder peso.
Uno de los estudios científicos más importantes realizados nunca con relación al tema de la pérdida de peso – un estudio centrado en las diferentes formas que existen de quemar grasa y que en su día cambió la percepción popular sobre el tema que se tenía en los E.E.U.U. y en Canadá- sorprendió a muchos fanáticos de las dietas basados en grasas, concluyendo que la dieta mediterránea, con su aceite de oliva, era de hecho la mejor forma de quemar grasas, más efectivo incluso que la famosa dieta Atkins, de la cual hablamos en nuestro antiguo post “Dieta cetogénica: La dieta proteinada o dieta baja en hidratos”.
12 pilares fundamentales de la dieta griega
Si realmente quieres seguir una auténtica dieta griega, lo primero que hay que hacer es prescindir totalmente de alimentos procesados, preparados y/o refinados y pasar a comer cosas que realmente sean y sepan a comida auténtica, mucho más rica en nutrientes que la comida rápida y/o los platos preparados de todo tipo. Además, volviendo a formas de alimentación tradicional nos ayudará a perder peso de una forma realmente efectiva sin perder una micra de la energía que necesitamos para funcionar a diario.
La tradicional dieta griega y la auténtica dieta mediterránea tienen 12 pilares básicos que proporcionan la combinación ideal de grasas, proteínas, fibras y micronutrientes que el cuerpo precisa para funcionar, y al mismo tiempo quemar las calorías que no utiliza, conservando con ello la buena salud general.
Aceite de oliva
Nuestro cuerpo siempre necesitará y quemará grasas (dietéticas, no cualquier tipo de grasa) para funcionar. Ya está fuera de toda duda que las grasas mono-insaturadas –el tipo de grasa que se encuentra en el aceite de oliva y también en el ciertos tipos de pescado azul– bloquean determinadas hormonas que almacenan grasa, por lo que no dañan al corazón, potencian el metabolismo y además, sacian, por lo que se come menos cantidad.
Yogur griego
Este “superalimento” cremoso tiene un alto contenido en proteínas, significativamente más que otro yogur cualquiera y ayuda a estabilizar los niveles de azúcar en sangre, saciándonos al mismo tiempo. Pero mucho más importante: el yogur es una de las pocas fuentes de las bacterias pro-bióticas, beneficiosas para nuestra salud. Muchos estudios han demostrado que para poder perder peso es esencial que el cuerpo disponga de un microbioma , es decir, un nivel bacteriano sano.
Verduras crudas
Los vegetales son la mejor fuente de antioxidantes, vitaminas, minerales y otros micronutrientes que nuestro cuerpo precisa para funcionar a planeo rendimiento, controlar las infecciones y mantener el peso en su nivel óptimo.
Legumbres
Además de las alubias, son una de las mejores fuentes naturales de fibra en sus dos tipos diferentes: las solubles y las insolubles. Cuando hablamos aquí de legumbres, hablamos de ellas en su concepción tradicional, no las que vienen en los platos preparados ni en aquellos dietéticos específicos para aportar fibra. La fibra es necesaria para la digestión y para mantener los niveles bacterianos en el tracto intestinal, además de ser igualmente saciante.
Pescado azul
Junto con el marisco, son la única fuente marina de ácidos grasos omega-3 que, al igual que se ha indicado en el caso del aceite de oliva, potencian el metabolismo, controlan los niveles de azúcar en sangre y regulan los niveles de una hormona que almacena grasa, por lo que no son perjudiciales para el corazón.
Cereales integrales
Contienen carbonos complejos (sólo los integrales, no los refinados y procesados en los que se basa la dieta moderna actual) y provén a nuestro cuerpo de una fuente de energía esencial para poder funcionar apropiadamente al mismo tiempo que incrementan los niveles de una hormona beneficiosa llamada serotonina, además de saciar y calmar la sensación de hambre.
Hierbas y especias
Estos aditivos naturales y sabrosos contienen elementos químicos naturales que en algunos casos ayudan al metabolismo, reducen la velocidad del tracto intestinal y por lo tanto la sensación de hambre, regulan los niveles de azúcar y en algunos casos, reducen el consumo de grasas.
El vino
Contiene un antioxidante denominado resveratrol que potencia la quema de calorías y disminuye los niveles de azúcar en sangre. Muchos estudios también han demostrado que las personas que beben vino (con moderación) pesan menos que las abstemias.
Frutas
Son unos endulzantes naturales y satisfacen plenamente las necesidades de azúcar de nuestro cuerpo al tiempo que también reducen el apetito gracias su doble contenido en fibra y agua.
Café y té
Las bebidas cafeínadas naturales, tales como el café tradicional o el té infusionado, no solo mejoran el estado ánimo, que es por lo que se las conoce. Potencian el metabolismo y limitan los niveles de insulina, una hormona que también almacena grasa.
Nueces y frutos secos
Como picoteo sano que nos ofrece la madre naturaleza, los frutos secos y las nueces contienen casi absolutamente todos los nutrientes y grasas esenciales que precisa el cuerpo para funcionar. Y además, todos del tipo beneficioso.
Carne de ave y huevos
La dieta tradicional griega no incluye gran cantidad de carne como ya ha se ha dicho, pero algunos platos contienen carne de pollo y huevos como fuente adicional de proteínas que además ayudan a controlar los niveles de azúcar en sangre sin aumentar significativamente la ingesta de calorías, como ocurre con otros tipos de carne.
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