El paso del tiempo en el aparato reproductor femenino

Si eres de las que se autoexplora regularmente, ya te habrás percatado que la zona al sur del ombligo envejece igual que el resto del cuerpo. Es importante conocer y aceptar estos cambios totalmente normales y saber que aquellos menos agradables pueden ser manejados para hacerse más llevaderos.

Naturalmente cada mujer es diferente y los tiempos vitales de cada una no tienen por qué coincidir, pero estos son los cambios que suelen producirse en el aparato reproductor femenino con el paso de los años.

En la treintena

Las mujeres que usan pastillas anticonceptivas pueden experimentar con el tiempo cierta sequedad vaginal. Esto puede ser debido a la falta de ovulación que conlleva el consumo de estas píldoras o, según la visión de algunos expertos, por el bloqueo de unas hormonas llamadas andrógenos, propias del hombre pero también presentes en las mujeres en menor cantidad. No obstante, no todas las mujeres sufren este efecto secundario de los anticonceptivos orales, por lo que no puede deducirse causa directa.

Hay muchas mujeres que en esta franja de edad se deciden a ser madres, lo cual dejará una huella evidente en sus cuerpos. La vagina y los genitales no serán la excepción. Por ejemplo, en los embarazos en los que se ha ganado mucho peso, pueden aparecer varices en la zona vaginal debido al peso y la presión soportados durante tantos meses, especialmente al final del mismo o justo después del parto.  Las hormonas derivadas del embarazo también pueden cambiar el color de la vulva así que si es el caso, no hay que preocuparse si ésta toma un color más oscuro.

Afortunadamente, la vagina es una zona del cuerpo muy adaptable y flexible, tiene una morfología muy elástica y goza de un alto flujo sanguíneo, lo que favorece que las cosas vuelvan a la normalidad en relativamente poco tiempo.

Durante el parto también pueden resultar afectados músculos y nervios debido al gran esfuerzo al que se ve sometido la pelvis, hasta el punto de que algunas mujeres pueden necesitar rehabilitación para recuperar su salud pélvica y evitar así la incontinencia, entre otras complicaciones.

A los cuarenta

Hay que tener cuidado con la nueva moda de la depilación íntima integral, pues tiene sus consecuencias sobre la piel que no son nada estéticas, como heridas, vellos enquistados o cambios de pigmentación que se harán más evidentes con el paso del tiempo.

Además, debido al declive en la producción de estrógenos, el vello púbico se vuelve mucho más fino y débil a partir de los 40, por lo que pronto la naturaleza te proporcionará su propio servicio de depilación láser gratuito.

Otros cambios como pérdida de elasticidad natural o falta de lubricación son también propios de esta edad.

Llegamos a los 50

La menopausia trae consigo los cambios físicos más visibles en vagina y vulva, además de otros trastornos evidentes y poco agradables que suelen generar cierta ansiedad en las mujeres que los padecen.

La desaparición de los estrógenos conlleva la desaparición de algunas de las bacterias beneficiosas que conforman nuestra flora vaginal, lo cual origina cambios en el pH. Un pH más ácido hace que la vagina sea más vulnerable a infecciones.

En la zona genital, la bajada drástica de estrógenos hace que disminuya también drásticamente el grosor y elasticidad de los tejidos vaginales y genitales, además de la lubricación. Por paradójico o cómico que pueda sonar, es la única zona del cuerpo donde perdemos arrugas y la piel se vuelve tersa —precisamente allí donde no queremos—.

Cuando estos cambios son acusados, pueden producir una sensación muy desagradable de tirantez, causando incluso irritaciones y una necesidad constante de orinar. Algunos ginecólogos opinan que estos síntomas deberían ser considerados una patología aparte y lo denominan “síndrome genito-urinario de menopausia”, o atrofia vaginal.

El reconocimiento de este síndrome no pretende añadir gravedad al tema, sino todo lo contrario. Lo que se busca es tranquilizar a las mujeres, normalizando los cambios y trastornos físicos que se pueden llegar a sufrir durante la menopausia, y transmitiendo la forma de aliviar dichos síntomas.

A los 60

Los sofocos y cambios drásticos de temperatura corporal durante la menopausia suelen ir reduciéndose con el tiempo, pero los cambios vaginales no hacen más que acrecentarse día a día.

Entre un 50 y un 60% de las mujeres de 60 años dicen tener problemas de sequedad vaginal que pueden llegar a suponer limitaciones importantes para estas mujeres, sobre todo en el sexo. La falta de lubricación hace que el coito sea algo poco placentero, lo cual causa a su vez una reacción subliminal con cada relación sexual: una ya prevé de antemano que será desagradable, incluso doloroso, lo cual causa un espasmo y bloqueo de los músculos pélvicos que no hace más que agravar el problema. Además de aliviar la sequedad vaginal con lubricantes y cremas específicas para ello, hay ejercicios pélvicos que ayudan mucho en estos casos.

¿Qué hacer en cualquiera de estos casos?

Los lubricantes y las cremas suelen bastar para mejorar ostensiblemente la condición de la vagina y son muy efectivas, según los médicos, para prevenir y/o reducir infecciones.

En cualquier caso, sea cual sea la edad que tengas, si sufres alguno de estos problemas y te afectan, bien porque te creen sensaciones desagradables, bien porque te preocupan, no dejes de comentarlo con tu médico o ginecólogo. Y si —como en ocasiones ocurre— el médico no te hace mucho caso o minusvalora el problema, recurre a otro. La salud femenina a menudo es puesta en peligro por la falta de atención y credibilidad que en demasiadas ocasiones otorgan los médicos a las pacientes.

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