El poder del tacto: el papel crucial del contacto físico en una relación
Uno de los puntos clave para mantener una relación sana y viva en el tiempo es el mantenimiento del contacto físico entre la pareja. No estamos hablando solamente de sexo, ya que por muchas razones, una intimidad física no sexual es igual de importante en una relación que las mismas relaciones sexuales.
En nuestro post 10 cosas que las parejas felices hacen todos los días para mantener su relación, tratamos diferentes formas para mantener una relación sana y fresca, además del contacto físico; pero no hay que olvidar que por un lado, porque el contacto físico es también una forma de comunicación, puede revelarlo todo sobre tu pareja, desde su estado de ánimo en un momento dado a su nivel de estrés, y por otra parte, porque el contacto físico estimula la segregación de la oxitocina, una hormona que interviene en nuestras emociones, tales como sentirse cercano o ligado a alguien. El contacto físico (tocarse, acariciarse, masajearse) puede no solo acercarte, sino mantenerte ligado a tu pareja, tanto física como emocionalmente.
Caricias, besos…
El contacto físico en todas sus formas (tocarse, acariciarse…) es tan vital para el éxito de una relación que se ha convertido en la piedra angular de la mayoría de las terapias sexuales que existen para parejas con problemas en este campo. Masters y Johnson, creadores de la terapia del sexo moderna, reconocieron esto hace ahora medio siglo creando la técnica de los sentidos, un ejercicio para las parejas que consiste en ayudar a relajarse mediante contactos físicos no sexuales.
La solución MqS a los problemas de pareja
Te sorprenderá saber que la mayoría de los problemas sexuales pueden solucionarse simplemente con este tipo de contacto sin necesidad de alguna clase de medicación o terapeuta. El tocarse y acariciarse mutuamente puede ser no sólo un poderoso remedio para problemas sexuales derivados del estrés, ansiedad o muchas veces falta de comunicación, puede también prevenir o evitar que dichos problemas se agudicen aún mucho más.
Desgraciadamente, el simple contacto físico disminuye en una relación con el paso del tiempo, sembrando insatisfacciones y frustraciones sexuales a su paso. Si esto está ocurriendo en la tuya, ¿qué es lo que puedes hacer al respecto? Ante
todo, lo importante es retomar el contacto físico, tocarse y acariciarse. Para romper el hielo, mi consejo es probar con los masajes. No me refiero a un masaje terapéutico de los que se dan en un Spa, me refiero a un masaje mutuo que se dan en pareja con las manos.
El problema estriba en que mucha gente no sabe muy bien cómo dar un masaje. Algunas presionan con demasiada fuerza las áreas del cuerpo incorrectas, lo que puede tensar e incluso causar dolor en vez de relajar. Así que en ocasiones conviene aprender a dar masajes correctamente, en un curso o aprendiendo y practicando con un experto en la materia. Tu pareja sin duda lo agradecerá.
Masajes: método Melt
Hay una técnica que recomendamos si se quiere aprender a dar masajes: el método Melt. En internet encontrareis bastante información sobre el mismo además de vídeos de demostración realizados por el masajista terapéutico austaliano Denis Merkas. Este método ha sido desarrollado para que las parejas lo practiquen en casa, por eso los pasos a seguir son fáciles de aprender y están centrados en asegurarse de que toques y masajees los puntos corporales cruciales para lograr una relajación.
Una de las cosas que llaman la atención del método Melt es que se basa en premisas muy sensatas: reservar un determinado espacio de tiempo, pero de calidad (es decir, un rato dedicado exclusivamente a ello) para concentrarse únicamente el uno en el otro y reemplazar sensaciones como el estrés o ansiedad por una relajación mediante el contacto mutuo de tocarse y acariciarse, además de la comunicarse qué es lo que os hace sentir especialmente bien y nos gusta.
Para dejarlo perfectamente claro: no se trata de un programa de masaje erótico, sino solo de relajación. Aunque no cabe duda que en algunos casos volver a tal grado de contacto físico íntimo y alcanzar tal grado de relajación tiene el potencial de volver a encender el deseo sexual (un “final feliz”, muy esperado y bienvenido en muchas ocasiones).