La mente y el sexo: la gente que practica más sexo es más sensible a cualquier estímulo
La mente y el sexo están más relacionados de lo que pensamos: el número de parejas sexuales que hemos tenido determina nuestros estímulos con el sexo y con otros aspectos de la vida; también hay que tener en cuenta los momentos del día especialmente buenos para tener sexo, al igual que las etapas de ánimo.
Siempre que se efectúa un estudio o se pregunta directamente sobre cuántas parejas sexuales se puede tener a lo largo de la vida nos encontraremos con una enorme variedad de respuestas. En MásQueSalud hemos dividido a las personas entre algunas que solo han tenido una o como mucho dos en toda su vida mientras que otras presumen de cientos e incluso miles.
¿Cómo tomarse esta increíble variedad de historias sexuales? Un reciente estudio aparecido en los EE.UU. en la publicación especializada Social Cognitive and Affective Neuroscience (Conocimiento social y neurociencia afectica) sugiere que esta variedad puede tener algo que ver con una “educación o doma” de nuestra mente a la hora de responder más o menos a los estímulos sexuales que nos rodean.
En el mencionado estudio, los investigadores reclutaron a 62 varones y mujeres, todos estudiantes de psicología. Sus edades estaban situadas entre los 18 y los 40 años y la mayoría eran soltero/as y heterosexuales. Todos ellos comenzaron el estudio rellenando un cuestionario referente al número de personas con las que habían mantenido relaciones sexuales a lo largo del año ya transcurrido. A efectos del estudio, el cuestionario en cuestión definía las “relaciones sexuales” como penetración completa en la vagina por un pene.
A continuación se sometió a los y las participantes a una prueba electro-encefálica (ECD). Básicamente, tenían que llevar una especie de casco cubierto de electrodos destinado a recopilar la actividad y respuesta del cerebro frente a determinados estímulos durante un determinado período de tiempo. Mientras portaban este caso, se les mostraron 225 imágenes, algunas de ellas de naturaleza sexual, aunque yendo progresivamente de unos suaves besos eróticos a imágenes explícitas (la penetración durante el acto sexual). Pero también se les mostraron otras imágenes mezcladas carentes de contenido sexual, algunas de carácter agradable y relajante incluso (por ejemplo gente haciendo parapente) y otras francamente desagradables (personas severamente mutiladas) o imágenes simplemente neutrales (como meros retratos). Al igual que las fotos de carácter sexual, también de estas imágenes se varió la intensidad, de menos a más agradables/desagradables.
Al analizar las respuestas y reacciones mentales de los participantes frente a ellas, los investigadores se centraron en un tipo de actividad cerebral específica, conocida por Potencial Positivo Último. El LPP mide la intensidad de la reacción a unos estímulos fuertes y motivadores.
A > número de parejas > estímulo sexual
Descubrieron que la intensidad del LPP con que cada participante respondía y reaccionaba ante imágenes eróticas y sexuales dependía del número de parejas sexuales que había tenido el año inmediatamente anterior. Los participantes con menor número de parejas sexuales (de 0 a 1) mostraban un LPP menor a estímulos suaves o indirectos pero mucho mayor en caso de estímulos muy fuertes. Por el contrario, los participantes con un mayor número de parejas (2 o +) mostraban idénticas intensidades de LPP, tanto frente a estímulos suaves como explícitos. En otras palabras, las personas con un menor número de parejas sexuales mostraban una reacción directamente proporcional a la intensidad del estímulo –cuanto más sexualmente intensa la imagen, más fuerte la respuesta mental. En las personas con un mayor número de parejas sexuales, la respuesta a todos los estímulos, ya fueran indirectos o explícitos eran más o menos de la misma intensidad.
Todo esto lleva a la conclusión de que los diferentes cerebros y mentes de la gente responden a la imaginería sexual de forma muy diferente. En algunas personas (por ejemplo, las que que han tenido un mayor número de parejas) el cerebro parece ser altamente sensible a cualquier estímulo sexual, ya sea suave o intenso. En otras personas (las de menor número de parejas) el nivel de respuesta al estímulo parece estar situado en un listón mucho más alto, es decir, que necesitan un estímulo muy fuerte para reaccionar explícitamente. Dado que estas diferencias de respuesta a estímulos parece que está relacionada con el número de parejas ya tenidas, cabe suponer la (provocativa) posibilidad que esta mayor experiencia sexual “tunee” la mente y sea la causa de que algunas personas persigan la satisfacción sexual con más afán y ahínco que otras.