Problemas de sobrepeso: 8 mentiras peligrosas
Los problemas de sobrepeso y la obesidad son inconvenientes que afectan a una gran parte de la población. Las personas que se ven perjudicadas por estas circunstancias, en la mayoría de los casos, son perfectamente capaces de superarlas, pero se ven sumergidas en el auto-engaño contándose mentiras peligrosas a sí mismas con tal de no afrontar sus problemas y tratar de solucionarlos.
En Más Que Salud queremos ayudar a esas personas a encontrar la verdad que se esconde debajo de esas mentiras peligrosas con el fin de cumplir con su propósito de cuidar mejor su salud.
Cómo afrontar problemas de sobrepeso
Seguramente os será muy difícil encontrar algún argumento que no hayáis utilizado para justificar el hecho de seguir teniendo hábitos que suponen riesgos para la salud. Incluso, hay personas cuyos abusos y adicciones no se limitan solamente a la alimentación, sino que también se hacen daño a sí mismas con drogas, nicotina, alcohol y relaciones afectivas que llegan a ser tóxicas.
Si habéis intentado ya varias veces cambiar esto y optado por alternativas más sanas pero habéis fallado en el intento, no tiréis la toalla y estudiad con detenimiento la lista que viene a continuación de mentiras peligrosas sobre problemas de sobrepeso. Una vez que pasáis a ser conscientes de que esas cosas con las que uno se auto-engaña no son más que mentiras, se hace bastante más fácil encauzar otra vez hábitos de vida saludables.
1. Negación: “En realidad, no es malo”
Las personas sumergidas en el autoengaño tienen algo muy llamativo y crucial en común: la negación. Prácticamente todos los días están seguros al 100% de que las cosas tienen que cambiar, de que tienen que hacer algo para superar esa adicción y no acabar con su salud (tanto la física como la mental).
Sin embargo, en cuanto se dan cuenta de que cambiar las cosas no es tan fácil y que implica un esfuerzo, se sienten inseguros y pasan inmediatamente a pensar que su problema no es tan grave, que si mantienen las cosas dentro de unos límites “en el fondo no son tan malas, ¿no?”.
La verdad es ésta: en el mismo momento en que una persona se plantea la necesidad de cambiar las cosas y aunque este planteamiento y propósito dure solo unos instantes, ya está reconociendo la verdad de las cosas y la necesidad de cambiar. Lo que normalmente hace cambiar de opinión no es más que autoengaño y excusas para no enfrentarse a la dura realidad.
2. Decepción: “Ya me he pasado…”
Esta otra falsedad que también se cruza por la mente cada dos por tres. Da igual si el desliz cometido ha sido grande o pequeño. Enseguida piensan que han fracasado, ya sea por una sola galleta de chocolate o por haber abusado del alcohol durante una noche.
Lo que de verdad importa en estos casos, es que ese fallo no es ni mucho menos un fracaso si ha servido para reflexionar y reconducir a la persona por la vía correcta. No hay que permitir que si después de darse cuenta que ha habido un momento de debilidad, la persona piense que no queda más remedio que tirar la toalla.
3. Adversidad: “Es demasiado difícil”
Otra de las mentiras peligrosas que se repiten con frecuencia. En muchas ocasiones, una vez que una persona se ha decidido en serio a dejar de comer lo que sabe que supone un riesgo para la salud, por hacer ejercicio, dejar de beber o arreglar una relación complicada, tras una semana pasa a pensar que “cuesta demasiado”, y vuelven a su situación inicial. Y así una y otra vez.
Lo cierto es que vivir continuamente en éste tobogán de buenos propósitos impulsivos y posteriores remordimientos y malestares es agotador a la larga. No hay duda que tener cuidarse mejor puede ser duro y requiere algunos sacrificios, especialmente al principio. Pero no hay que olvidar que ese esfuerzo, sobre todo inicial, siempre será menos duro que a la larga permanecer atrapados por hábitos, costumbres, situaciones o relaciones resultan tóxicas en todos los sentidos.
4. Negatividad: “¿De qué sirve intentarlo?”
Si ya se parte de ésta base, lo más probable es que la profecía se cumpla. En el fondo, es una excusa que ponemos de antemano para justificarse en el caso de fallar en el intento. Fallo que es más que probable que ocurra porque ya falta desde el principio el 100% de voluntad para intentar cumplir con el propósito.
Hay que empoderarse y convencerse de que serás capaz de lograrlo, y cuanto más convencido se está, mayor éxito asegurado. Además, hoy en día, con la cantidad de información y ayuda que hay, es mucho más sencillo.
Si quieres seguir una dieta muy sencilla sin tener que privarte de alimentos básicos y muy apetecibles, echa un vistazo a nuestro antiguo post “Dieta griega: ¿la mejor dieta del mundo?”, donde verás que seguir una dieta no es sinónimo de pasarlo mal.
5. Vergüenza: “Si no lo consigo, la gente me juzgará”
Muchas veces no vamos al gimnasio, no pedimos ensaladas si comemos fuera o una copa si salimos simplemente por el “qué dirán” o porque pensamos que haremos el ridículo y que se reirán de nuestro esfuerzo.
Hay que tener claro que el resto del mundo no se fijan en otros, porque lo más seguro es que les trae sin cuidado. El peor enemigo que hay en estos casos es uno mismo. Se preocupa demasiado de lo que los demás piensen y demasiado poco en esa persona en sí.
6. Pasividad: “Me lo planteo en serio, pero ahora mismo no”
¿Cuántas veces habéis dicho “mañana empiezo”? Cuando una persona se plantea realmente hacer algo y quiere lograrlo de verdad, lo que resulta efectivo es empezar con ello en ese mismo instante. Si se deja para el día siguiente, quiere decir que la intención clara de hacerlo no está: es sólo un buen propósito, lo cual no es lo mismo. Es otra de las muchas mentiras peligrosas que una persona se cuenta a sí misma.
7. Falta de recursos: “No tengo dinero ni tiempo”
La mayoría se pasa años auto engañándose con excusas de este tipo, que no se pueden permitir un cambio de hábitos o que no disponen del tiempo suficiente para ello. Y con esto, fin de la historia.
Lo cierto es que una persona siempre se puede permitir todo lo que se proponga, y lo demás son sólo excusas. Siempre es posible adaptar la nueva situación dentro de las posibilidades de cada uno.
8. Cambio de persona: “No seré el/la misma”
Es quizás la mayor de las mentiras peligrosas, porque lo cierto es que nadie nace con hábitos compulsivos. Es uno mismo quien, por la razón que sea, decide empezar con hábitos de vida que suponen riesgos para la salud, y no debería ser tan difícil volver a ser como uno era antes. La dificultad está en que hay que dejar de beber, fumar o comer compulsivamente para darse cuenta de ello. Pero hay que hacerlo.
Lo crucial en cualquiera de estos casos es tener claro que todos ellos no son más que excusas y mentiras peligrosas con las que uno se auto engaña. Si se es consciente de ello, también se tiene la capacidad para anticiparse a ellas.
Cada vez que se cae en alguno de estos pensamientos negativos, que lo más seguro es que ocurra, ya que nadie dijo que esto fuera un camino de rosas, hay que darse cuenta de lo que son en realidad: mentiras. Así uno se puede reafirmar en su intención de cambiar, y habrá dado un paso más adelante en el buen camino a la meta final, que es: estar bien con uno mismo, tanto mental como físicamente.